En pleno auge del “Swinging London” y la Beatlemanía, el país que inventó el fútbol organizó el Mundial de 1966. Sin embargo, el torneo estuvo muy lejos del espíritu de paz y amor de la época. El juego violento y los escándalos arbitrales caracterizaron la octava edición del torneo. Inglaterra alcanzó el primer puesto de su grupo tras empatar con Uruguay y ganar a México y a Francia. Los cuartos de final contra Argentina se saldaron con un polémico 1-0 a favor de los anfitriones. En semifinales, Inglaterra derrotó 2-1 a Portugal, que contaba por aquel entonces con el mejor equipo de su historia.

La final entre Inglaterra y Alemania tampoco estuvo exenta de polémica. Tras empatar a uno en la primera parte, Martin Peters adelantó a los ingleses en el min. 78. Corría el min. 89, todo el país cantaba victoria felizmente, cuando el alemán Weber fue capaz de empatar el partido. En la prórroga, en el min. 101, llegó el gol fantasma más famoso y polémico de la historia de los Mundiales, obra del inglés Geoffrey Hurst. El balón realmente no entró en la portería. En el min. 120 Hurst, convertido en una leyenda, estableció el definitivo 4-2. Así, la Inglaterra de Gordon Banks, Bobby Moore y Bobby Charlton levantaron ante la Reina de Inglaterra su primera Copa del Mundo.